jueves

Tema de Rosario

Rosario es el Parque Independencia,
un silencio que huele a poesía
sobre el Rosedal,
es el gris del cemento que arrulla
a un río somnoliento
que despierta al llegar un domingo
de Ñuls y Central.

Rosario es de mercurio en la avenida,
es un viento que peina palmeras
en el boulevard
y en el centro es la mesa de un bar
que añora al poeta
cuyo vuelo a menudo se estrella
en un suelo industrial.

Rosario es mi infancia y mis amigos,
mis viejos cantando a dúo alguna canción,
mi primer cigarrillo intentando
sentirme más hombre
para ver si lograba impactar
a mi primer amor.

Rosario es el colegio y las rabonas,
una cita en aquel ‘Sol de Mayo’
en función matiné,
es el ciego Manuel delirando
en un mundo de plástico
con la magia que sus ballenitas
suelen poseer.

Rosario es el anochecer de un barrio,
un mendigo que cuenta estrellas
desde algún umbral,
el compás de un tambor
que siempre sonará en mi alma,
donde ‘el Topo Carbone’
jamás dejará de golpear.

Rosario es el arte y su condena
cuando sabe que la indiferencia
la va a perseguir
y, como tantas, mis manos
se hartaron de golpear las puertas
y por no derrumbarme con ellas
me tuve con ir.

Rosario es ese invierno en que partimos
mi mujer, nuestros sueños, la vida,
la música y yo
y un dolor que crecía a medida
que el tren se alejaba
y unos ojos de almendra
tratando de darme valor.

Pero algo mío se quedó en sus calles:
hay un duende que en las madrugadas
canta con mi voz;
y cruzando Echesortu aquel sueño
de mi adolescencia
que atrapó la leyenda de ‘Pablo, El Enterrador’.

La pucha que es difícil la nostalgia
pero es bueno si puede ayudarte
a intentar ser feliz;
y es tanta la gente y las cosas
que uno siente que ama
que no existe tiempo ni distancia
para estar allí.

Y así fue que la paciencia de Floresta
me enseñó a ver a través del corazón
y me dió un balcón para inventarme un cielo
y ahí estás, ¡Rosario, sos el sol!,
¡Rosario!... porque aún no pudiendo abrazarte
te siento igual.


Lalo De Los Santos, Argentina 1956-2001

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