Yo la ví que se venía en falsa escuadra,
se ladeaba, se ladeaba por el borde del fangal!..
¡Pobre mina que nació en un conventillo
con los pisos de ladrillos, el aljibe y el parral!
Alguien tiró la banana, que ella pisó sin querer,
y justito, cuando ví que se venía ya decúbito dorsal,
¡me la agarré!...
Fui un gil porque creí que allí inventé el honor,
un gil que alzó un tomate y lo creyó una flor.
Y sigo gil cuando presumo que salvé el amor,
ya que ella fue quien a trompadas me rompió las penas...
Ya ven, volví a la mugre de vivir tirao.
¡Caray! ¡Si al menos me engrupiera de que la he salvao!...
(Esto dijo el "cusifai" mientras la "cosa"
retozaba, retozaba ya perdida en el fangal,
y él tomaba una ginebra desastrosa
entre curdas y malandras en la mesa de aquel bar...).
Si alguien tiró la banana, él, que era un gil, la empujó
y justito cuando vio que se venía ya decúbito dorsal,
¡se le prendió!...
Enrique Santos Discépolo, Argentina, 1901-1951
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